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- marzo 18, 2015

El castillo de Miravet, una fortaleza imponente rodeada por una muralla de 25 metros de altura que parece surgir de las rocas y situada sobre una colina, domina el curso del Ebro y las tierras de alrededor.

Esta posición estratégica ha hecho que se sucedieran los asentamientos desde la prehistoria y le ha supuesto tener un papel importnat en diferentes conflictos.

RIO EBRO

Hoy todavía se pueden apreciar parte de las estructuras de una fortaleza andalusí sobre la que se levantó el castillo templario, inmediatamente después de la conquista de estas tierras por parte de Ramón Berenguer IV. El castillo fue dado a la orden del Temple, que lo convirtió en la sede de la provincia templaria de Cataluña y Aragón, durante el que sería el período de mayor poder y esplendor de la historia de Miravet. El fin de esta etapa significó también el episodio más dramático de su historia, con un asedio de más de un año, que precedió a la desaparición de la orden del Temple.

A pesar de que, posteriormente, el castillo fue remodelado para adaptarlo a las exigencias defensivas que conlleva la aparición de la artillería, el aspecto y las estructuras que nos han llegado son esencialmente obra de los templarios.Así, Miravet se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar catalana de los siglos XII-XIII.

El castillo de Miravet es un gran recinto amurallado que se adapta a la abrupta topografía del cerro sobre el que se asienta, en la orilla misma del río Ebro, y domina las comunicaciones del curso fluvial.

Inexpugnable gracias a los acantilados que la rodean, sus orígenes datan del siglo II, como un establecimiento íbero, aunque fueron los musulmanes quienes construirían la primera fortificación hacia el siglo XI y la defenderían hasta el final de la dominación sarracena, el 1151.

Con la reconquista cristiana, Ramón Berenguer IV dio el edificio y las tierras adyacentes a la orden del Temple, que hacer numerosas reformas entre los siglos XII y XIII.

La actual visita al castillo corresponde a la construcción de este periodo, el de máximo esplendor de la plaza, que fue sede del maestro provincial de los templarios, la máxima autoridad de la orden en tierras catalano.

Con la disolución de los templarios, a principios del siglo XIV, el castillo pasó a manos de los hospitalarios, que mantuvieron su propiedad hasta el siglo XIX, cuando pasó a manos privadas.

El conjunto del castillo está formado por el llamado recinto superior , núcleo principal y representativo, que se sitúa en la parte más elevada, y por el recinto inferior . Este último incluye edificaciones como el granero, la caballeriza o la cisterna, mientras que el primero está compuesto por un patio de armas alrededor del cual se levantan las diversas estancias.

La parte septentrional está ocupada por un pequeño granero y un almacén en la planta baja. En la primera planta hay una galería que servía de pequeño claustro de la iglesia adyacente, y un templo austero de planta basilical cubierta con bóveda de cañón y ábside semicircular.

Desde la iglesia se accede por una estrechísima escalera de caracol a la terraza, un punto de observación que ofrece unas espectaculares vistas del río Ebro y las tierras próximas a Miravet.

También alrededor del patio de armas central, en el lado de levante, está el refectorio, la cocina y una cisterna.