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En el Sur de Francia, entre
Foix y Carcassonne, a pocos kilómetros de los Pirineos, en pleno territorio
cátaro, sé encuentra el encantador pueblo de Mirepoix (unos 3.500 habitantes)
Si no fuera por el comercio y los coches, parecería que el tiempo sé detuvo en
la Edad Media. Para acceder a la plaza porchada (el centro histórico de la
población) sé puede hacer desde diversas calles, pero es aconsejable hacerse
pasando la puerta medieval de la antigua muralla. En la plaza, del siglo XI,
destacan sus casas de adobe y madera con columnas y vigas de roble, algunas de
ellas, como las del hotel Maison des Consuls, representando figuras humanas y
animales. Bajo los porches sé encuentra un activo y variado comercio que va
desde bares y restaurantes, pasando por tiendas de recuerdos, regalos,
librerías, tiendas de ropa, objetos de colección, comestibles, galerías de
arte, etc
. En un extremo de la plaza sé encuentra el ayuntamiento (Mairie) y en su planta baja encontraremos la oficina de turismo que periódicamente realiza exposiciones. Entre tanta madera, en uno de los lados de la plaza y poca distancia del ayuntamiento, destaca una construcción en hierro forjado sin paredes: es el mercado municipal y justo detrás de él, la majestuosa catedral gótica de San Mauricio (siglos XII y XIII), la segunda más ancha de Europa después de la de Gerona.
¿Qué le falta a Mirepoix? ¿Un río? ¿Un castillo? Por Mirepoix pasa el río Hers. Para cruzarlo y entrar en la población según llegas desde Carcassonne, hay un robusto puente de piedra del siglo XIX. Y en lo alto, dominando el pueblo y el valle un castillo que mandó construir Guy de Lévis.
Con el paso del tiempo, la catedral, perdió su categoría y ahora sólo es una iglesia, aunque perdure el edificio. Justo a su lado, el palacio episcopal, prácticamente en ruinas, con un pequeño jardín. Encontrar alojamiento o un lugar para comer no va a resultar nada difícil.
No obstante, por ser de
propiedad particular, sólo sé puede visitar un día al año, el llamado día del
Patrimonio que sé abren las puertas de aquellos edificios cerrados al público.
Para llegar, el camino más recto desde España es cruzando los Pirineos por
Andorra. Pero también es relativamente fácil hacerlo por el Valle de Arán o
Puigcerdá. Por autopista sé puede acceder desde el Mediterráneo , saliendo a
Narbonne hacia Toulouse
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