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EL ANFITEATRO
El teatro de Tarraco se construyó en época de Augusto, cuando la monumentalización de la ciudad precisó de un espacio para nuevos usos de ocio, espacio que no le podía faltar siendo la capital de la Hispania Citerior o Tarraconensis. La pendiente natural de la colina sobre la que se fundó Tarraco y la proximidad de la zona portuaria y del Foro Colonial (y su nueva basílica jurídica), hacían del lugar donde se emplazó el teatro el más apropiado para ello, y lo hizo encima de los restos de las antiguas construcciones relacionadas con el puerto.
La construcción del teatro también se debe relacionar con la reforma del Foro de la Colonia, de esta misma época, y de una clara voluntad escenográfica del conjunto teatro-forum que quedaba articulado en dos alturas, dominando la ciudad desde la entrada marítima.
El edificio presentaba una estructura sencilla. La construcción de la gradería era combinada, aprovechando la pendiente natural del terreno, y con subconstrucciones que incluían, como mínimo, una bóveda de sustentación y una cripta de circulación anular que distribuía los espectadores.
Su parte externa, muy probablemente, se articulaba mediante terrazas, y como es habitual, la decoración arquitectónica de la scaenaefrons estaba hecha con piedra local estocada. Sin embargo, la estatuaria de época Julio-Claudia que decoraba el teatro era de mármol.
En época Flavia (s. II), como también pasó en otros edificios hispanos, se hizo una reforma posterior del scaenaefrons que sustituyó la piedra local de todo el conjunto por mármol (es importante recordar que el comercio de mármol estaba controlado por el emperador, y que estas restauraciones en mármol destacan la importancia de la ciudad dentro del Imperio).
Las excavaciones han demostrado que hacia finales de aquel siglo, coincidiendo con la crisis política de la época Severiana, dejaron de limpiarse los desguaces del teatro, lo que indica un abandono del edificio.
Tarraco
era una pequeña Roma, una ciudad portuaria, abierta a la Mediterránea, donde se
hablaban una multitud de lenguas, con un clima especialmente agradable, es
decir, un buen lugar donde vivir y prosperar. Este es aún hoy en día el
espíritu de la ciudad. Caminando por las calles y plazas de la ciudad medieval
o contemplando los horizontes sobre el Mare Nostrum, puede revivirse la ciudad
agradable y benefactora que sanó a un emperador: Augusto.
Esperaba que Minerva los
protegiera. Por eso, con el puñal, el centurión romano Manius Vibio, dejó
escrita una inscripción en relieve en la torre dedicada a la diosa de la
sabiduría. Sin saberlo, acaba de hacer la inscripción latina más antigua
de la península. Era etrusco y comandaba los soldados que estaban levantado las
murallas de Tarraco, la que sería la construcción romana más antigua de Europa
fuera de la península itálica. Roma había desembarcado en Hispania y llegaba
para quedarse.
En Tarragona la historia
sale de las piedras, de los libros y cobra vida. La ciudad ha ido
especializándose en actividades de reconstrucción histórica. Arqueólogos,
historiadores, guionistas, narradores y figurantes trabajan intensamente para
divulgar y compartir la historia de la ciudad y de nuestra civilización clásica
en eventos como el festival TARRACO VIVA, en mayo, la programación de Tarragona
Historia viva, los veranos, o las jornadas dedicadas a la guerra napoleónica.
Torre
de los Escipiones En la época romana era
habitual enterrar a
los muertos cerca de las vías,
en las afueras de las ciudades. Este monumentofunerario romano del siglo I es la tumba más famosa de
la zona de Tarragona, situada ahora cerca de
la carretera N-340. Tiene forma de torre y estaba coronada por una
pirámide que no se ha conservado. Se pueden ver tres cuerpos de un máximo de
9,17 metros. En el cuerpo central encontramos dos figuras en alto relieve que
representan al dios funerario Atis, sobre las cuales hay
una inscripción; en el tercer cuerpo encontramos un bajo relieve con dos
figuras, probablemente de las personas que fueron enterradas allí.
Murallas :En el siglo II aC se dotó Tarraco de una gran muralla que delimitaba el perímetro urbano. Su longitud era de unos 3.500 m, de los cuales actualmente se conservan 1.100 m, que circundan el casco antiguo. Las murallas son la construcción arquitectónica romana más antigua de todas las que se conservan fuera de Italia. Entre los siglos XVI y XVII se reforzaron con bastiones, la falsa braga y los fortines exteriores con el fin de adaptar las defensas de Tarragona a la artillería. El Paseo Arqueológico circula entre la muralla romana y la falsa braga moderna, entre jardines, poesías románticas y explicaciones históricas. Destacan la Torre del Arzobispo, con notables reformas medievales, y la de Minerva, que contiene la escultura y la inscripción romanas más antiguas de la Península Ibérica
Pretorio
y Circo romanos
El
circo era el edificio destinado a las carreras de caballos y carros y se
encontraba entre la Vía Augusta y el Foro provincial. Tenía una forma alargada
con unos 325 metros de largo y hasta 115 de ancho, y se calcula que tenía una
capacidad de 30.000 espectadores. El circo de Tarragona se construyó en el
siglo I y tiene la particularidad de encontrarse dentro de la ciudad, por lo
cual tiene unas características arquitectónicas especiales. Está considerado
entre los circos mejor conservados de Occidente, a pesar de que una parte de su
estructura sigue oculta bajo viejos edificios del siglo XIX. El Pretorio es una
torre de época romana que alojaba las escaleras que permitían el paso desde la
ciudad baja hasta el Foro provincial, con el que está comunicado por pasillos
subterráneos. Es uno de los ángulos del gran rectángulo de la plaza del Foro
provincial. En el siglo XVI se convirtió en el palacio de los reyes de la
corona catalanoaragonesa y posteriormente en prisión.
Podemos ir en coche pero existe un autobús, la L-5, que nos deja a la entrada del recinto en el que se alza esta espectacular construcción. Hay que bajarse en la parada "Pont del diable".
Se le denomina Puente del Diablo ya que una leyenda cuenta que fue construido por el Diablo tras ganar una apuesta donde una doncella se jugaba el alma. Este acueducto formaba parte de la red de suministro de agua de la ciudad imperial.
Tiene dos niveles de arcos superpuestos y una longitud de 217 metros por 27 metros de altura. Su construcción data de la época del emperador Augusto, quien convirtió a la ciudad en capital de la provincia Tarraconensis. Por cierto, si queremos podemos travesarlo a pie.
El tramo más espectacularconservado pertenece a este último y es un puente de unos 217 m. de largo y 26 m. dealtura máxima que salvaba un barranco. Está construido con grandes sillares colocadosa hueso, formando una doble línea de arcadas
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