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Hay un pequeño pueblo
en la Costa Brava (Girona) donde recalo, de vez en cuando, para comprobar que
la calidad de vida existe y la tengo cerca. Se trata de Tossa de Mar (La Perla
de la Costa Brava). El municipio está situado entre las bulliciosa Lloret de
Mar y la costa más abrupta que comienza en Sant Feliu de Guíxols. Poblado de
pescadores desde el neolítico, por su enclave estratégico, ya que forma una
bahía, bajo un circo montañoso, propicio para resguardarse de las antiguas
invasiones marítimas y terrestres. Por supuesto, los romanos tomaron el
emplazamiento para instalarse y asentar su villa marinera comercial. A partir
de aquí, la población fue creciendo, pero con mesura, convirtiéndose en un
lugar amable, pintoresco, bello y apacible.
Como en todas las
poblaciones de la zona, en verano aumenta considerablemente el número de
moradores. Es un punto turístico pero, quizás por sus dimensiones, no se tiene
la impresión del agobio estival.
Además, el pueblo tiene
el honor de haber sido uno de los escenarios principales de la película
“Pandora y el holandés errante”, rodada en 1951, teniendo como protagonistas a
Ava Gardner, Jame Mason y Mario Cabré. Tan orgullosos del evento se han sentido
siempre los ciudadanos de Tossa, que en 1998, erigieron una bellísima estatua
de bronce con la imagen de la actriz.
Pero pasemos ahora a
mostrar los muchos atractivos que tiene Tossa de Mar, esos que la hacen única: Empezaremos por el medieval recinto
amurallado (declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1931). Es la
marca de la localidad, puesto que es el único del litoral catalán que está bien
conservado. En su interior encontramos callejuelas estrechas, flanqueadas por
preciosas casas de piedra y torres defensivas, encantadoras tiendas, apetecibles restaurantes, haciendo muy amena
la subida hacia lo que fue el castillo. Este recinto se conoce como la Vila
Vella (origen del asentamiento). En la cima podemos ver el faro y el ábside de
la antigua Iglesia de San Vicente (S.XV) Desde aquí disfrutamos de maravillosas
vistas, que no hemos dejado de tener mientras avanzábamos por la cuesta
serpenteante.
A partir de los Siglos
XVI y XVII, la población va extendiéndose fuera de las murallas, pero es en el
S.XIX, cuando adquiere especial importancia como núcleo marinero y turístico,
visitado por artistas deseosos de reflejar en sus lienzos el precioso paisaje.
En el Siglo XX se construye otra joya arquitectónica modernista. Se trata de
Casa Sans. Propiedad de un indiano
nativo, que volvió enriquecido de Cuba y situó su palacio frente al mar.
Hoy en día alberga el Hotel Diana.
En el Museo Municipal
se exponen valiosas piezas, que no debemos dejar de ver. Muestras arqueológicas
encontradas sirven para describir una historia resumiendo la de otros lugares,
pero que aquí adquieren connotaciones sorpresivas, posiblemente porque no
esperas tanta grandeza en un espacio tan pequeño. Y no sólo arqueología,
también disponen de obra pictórica, escultura, una bonita colección de vidrio
del S. XVIII, cedida por una familia natural del pueblo….
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