MONTBLANCH Tarragona playerbcn1
En el paleolítico, la zona montañosa del municipio de
Montblanc ya estaba habitada.
Entre los siglos IV y I aC en el Pla de Santa Bàrbara hubo un poblado íbero.
Entre los siglos IV y I aC en el Pla de Santa Bàrbara hubo un poblado íbero.
También se han
localizado restos romanos datados entre los siglos II aC y II dC.
En los siglos X y XI, durante el período de reconquista, vuelven a aparecer núcleos de población tras siglos de abandono.
En los siglos X y XI, durante el período de reconquista, vuelven a aparecer núcleos de población tras siglos de abandono.
A las pestes y malas cosechas se unieron a finales del siglo XV las guerras de Juan II contra la Generalitat. La población sufrió un gran descenso, las casas abandonadas cayeron, las murallas quedaron en muy mal estado y Montblanc se convirtió en un pueblo medio en ruinas.
Pese a ello, se acabaron edificaciones que estaban iniciadas y se construyó el Palacio del Castlà (representante militar del rey). En el siglo XVI hubo una ligera recuperación y se construyó el cuerpo sobresalido de la casa de los Desclergue, se restauró el Pont Vell y se levantó el claustro de l’Hospital.
Durante la Guerra de los “Segadors” (siglo XVII) se destruyó parte de la muralla, la fachada de la iglesia de Santa Maria y se quemaron los archivos. Se sufrieron múltiples asaltos, saqueos e incendios que acabaron con la inicial grandeza de Montblanc, que perdió definitivamente su peso político y también económico.
Entre los siglos IV y I aC, en el Pla de Santa Bàrbara hubo un poblado íbero, que se supone vio pasar a las tropas de Aníbal con sus elefantes en su trayecto hacia la conquista de Roma (218 aC).
Montblanc ha tenido tres topónimos a lo largo de la
historia. Hacia 1080 se comenzó a poblar Duesaigües, cerca de la confluencia de
los ríos Francolí y Anguera, lugar que pasó a denominarse Vila-salva a partir
de 1155, convirtiéndose en villa real. En 1163 se traslada la población hacia
la actual ubicación y se adopta el nombre de Montblanc.
Hacia 1080 se creó el primer núcleo de población
(Duesaigües) cerca de la confluencia de los ríos Francolí y Anguera. Se
convierte en definitivo hacia 1150, ya finalizada la reconquista.
Ramon Berenguer IV, en 1155, 50, cedió la primera carta de
población y nombró alcalde a Pere Berenguer de Vilafranca. Cambió el topónimo
por el de Vila-salva (villa salvada de impuestos, ya que deseaba favorecer su
desarrollo).
Entre los privilegios de Vila-salva cabe citar una extensa
jurisdicción, la exención de pagar censos y el uso franco de dos elementos
fundamentales para el progreso económico: los derivados del bosque (leña para
la construcción y los hogares) y es usufructo de las aguas (agricultura,
molinos e industria del lino y el cáñamo).
Como que Vila-salva estaba bajo la amenaza de inundaciones y
en una zona baja difícil de defender, Alfons I ordenó a Pere Berenguer el
traslado de Vila-salva hacia la colina del Pla de Santa Bárbara. Se quería una
villa fuerte a medio camino de Tarragona y Lleida, y con una situación
estratégica.
Durante el siglo XII la villa recibió diversos privilegios y favores reales otorgados para incentivar su crecimiento a la vez que ya disponía de mercado. Pero será en el siglo XIII cuando la villa vivirá una expansión urbanística y demográfica, gracias a exenciones, prerrogativas, la concesión de ferias y mercados. También se constituirá el municipio, se fundará el Estudio Mayor, las Escribanías Reales, etc.
Montblanc se convirtió en capital de veguería pasando a ser un centro administrativo, politicomilitar y religioso de un extenso territorio, y en una de las más importantes ciudades del sur de Cataluña. La actividad principal de sus habitantes era la agricultura, aunque abundaban los artesanos (entre los que destacaban los traperos).
En esta época se iniciaron las obras de los principales
monumentos de la villa: de la iglesia de Sant Miquel, de los conventos de Sant
Francesc, de la Serra y de la Mercè, y del hospital-iglesia de Sant Bartomeu y
de Santa Magdalena. Y también de algunos edificios civiles como el
Ayuntamiento, el Palacio real y la casa de los Josa.
Se pobló la judería cerca de la calle Riber que, con el paso delos años, adquiriría una gran importancia económica y comercial.
La villa llegó a su máximo esplendor durante la primera mitad del XIV cuando se consolidó como una población con un peso político importante y con una dinámica socioeconómica remarcable. Fue la séptima ciudad de Cataluña. Se celebraron cuatro veces Cortes Generales y se creó el Ducado de Montblanc (1387).
Se pobló la judería cerca de la calle Riber que, con el paso delos años, adquiriría una gran importancia económica y comercial.
La villa llegó a su máximo esplendor durante la primera mitad del XIV cuando se consolidó como una población con un peso político importante y con una dinámica socioeconómica remarcable. Fue la séptima ciudad de Cataluña. Se celebraron cuatro veces Cortes Generales y se creó el Ducado de Montblanc (1387).
Pese a las negativas consecuencias de la guerra de Sucesión,
con más saqueos a la villa, y alguna otra epidemia, inundaciones y malas
cosechas, el siglo XVIII significó la recuperación de Montblanc gracias al
desarrollo agrícola.
Durante la segunda mitad del siglo se vivió una verdadera
explosión demográfica. Llegan emigrantes y la población crece cerca de un 300%.
Esto supuso que se edificase nuevamente: se levantan terceras plantas, se
recuperan antiguos inmuebles en ruinas, se construyó en huertos y adosado a la
muralla, etc.
La actividad económica se multiplicó. La zona del Raval se
convirtió en una incipiente zona artesanal e industrial, y los cultivos de
cereales fueron sustituidos por la vid, que a lo largo del siglo XIX se
extendió por todo el municipio hasta llegar prácticamente al monocultivo.
Las comunicaciones favorecieron el desarrollo económico del
siglo XIX, puesto que facilitaron las transacciones comerciales. Se abrieron
las carreteras del collado de Lilla (1821) y de Reus (1843) y, finalmente,
llegó el ferrocarril (1863).
El municipio de Montblanc consiguió su máximo histórico de
población en 1860 con 6.628 habitantes durante el período denominado de la
Fiebre de Oro.
Entre 1873 y 1880 se construyó la carretera transversal
(actual calle de la muralla de Santa Tecla), que sustituirá a la calle Mayor
como zona de tránsito y provocará un nuevo desarrollo urbanístico. Se crearán
nuevos servicios como la iluminación de gas, la construcción de las primeras
aceras, una mínima red de alcantarillado, fuentes públicas, un nuevo
cementerio, etc.
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